RELEED #1 / 24

Lectores, editores y cultura impresa en Colombia: siglos XVI-XXI. Diana Paola Guzmán M., Paula Andrea Marín C., Juan David Murillo S., Miguel Ángel Pineda C. (eds.)

Juan David Gil Villa

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Resumen

A pesar de los múltiples artículos de revista y los contados libros del tema publicados a fines del siglo pasado y principios del presente, la historia del libro es un campo de estudio que apenas está en vías de consolidación en Colombia. Es de resaltar que durante los últimos años se ha venido desarrollando un proceso fuerte de investigación y promoción de estudios al respecto, como lo son la Maestría en Estudios Editoriales del Instituto Caro y Cuervo (2016) y el pregrado en Literatura y Edición de la Universidad Jorge Tadeo Lozano (2017). Lectores, editores y cultura impresa en Colombia: siglos XVI-XXI surge en el contexto de estas iniciativas institucionales y de cinco publicaciones editadas entre 2016 y 2017 que, como lo plantean los editores académicos del libro en cuestión, resultan ser sus antecedentes directos.

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Palabras clave: cultura impresa, historia de Colombia, historia del libro

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A pesar de los múltiples artículos de revista y los contados libros del tema publicados a fines del siglo pasado y principios del presente, la historia del libro es un campo de estudio que apenas está en vías de consolidación en Colombia. Es de resaltar que durante los últimos años se ha venido desarrollando un proceso fuerte de investigación y promoción de estudios al respecto, como lo son la Maestría en Estudios Editoriales del Instituto Caro y Cuervo (2016) y el pregrado en Literatura y Edición de la Universidad Jorge Tadeo Lozano (2017). Lectores, editores y cultura impresa en Colombia: siglos XVI-XXI surge en el contexto de estas iniciativas institucionales y de cinco publicaciones editadas entre 2016 y 2017 que, como lo plantean los editores académicos del libro en cuestión, resultan ser sus antecedentes directos:

Los libros Minúscula y plural. Cultura escrita en Colombia (Alfonso Rubio, editor académico), Historia de la edición en Colombia. 1738-1851 (Alfonso Rubio y Juan David Murillo y Un momento de la historia de la edición en Colombia (1925-1954) (Paula Andrea Marín) y dos números monográficos publicados en las revistas Historia y Memoria N.° 36 (Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia) y Lingüística y Literatura N.° 71 (Universidad de Antioquia) […] (p. 11)

Este libro surge como un esfuerzo conjunto de la Fundación Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano y el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc). Dos de sus editores académicos son doctoras en literatura que lideran procesos de consolidación de los estudios editoriales en el país: Diana Paola Guzmán Méndez, profesora titular del Departamento de Humanidades y del pregrado en Literatura y Edición de la UTADEO en Bogotá (cuyo coordinador es Alejandro Molano, autor de uno de los capítulos del libro) y Paula Andrea Marín Colorado, directora de la línea de investigación “El libro en Colombia” de la maestría en Estudios Editoriales del Instituto Caro y Cuervo; sus otros dos editores son Juan David Murillo Sandoval, historiador que ha trabajado temas relacionados con la historia del libro y la historia intelectual latinoamericana y Miguel Ángel Pineda Cupa, comunicador social con énfasis editorial e investigador independiente con énfasis en historia de la edición en Colombia.

Lectores, editores y cultura impresa en Colombia: siglos XVI-XXI nos presenta, en sus cuatro apartados y 17 capítulos repartidos en casi quinientas páginas, un panorama general de la historia del libro y la lectura en el país, lo cual no resulta una tarea fácil, teniendo en cuenta que la historia del libro está involucrada indisolublemente con la sociología de la literatura y con la historia intelectual, cultural, social, política y económica de nuestro país (y de todos los que han sido partícipes de transferencias culturales con este), entre  muchas otras áreas. Nada extraño, pues, que sus editores académicos y los diferentes autores que recorren sus páginas provengan de diversas áreas de estudio como la historia, sociología, gestión cultural, traducción, etc.

Las cuatro secciones del libro corresponden a cuatro grandes momentos en la circulación y edición del libro en Colombia. La primera parte, “Antes de la llegada de la imprenta”, comienza con un artículo de Álvaro Garzón Martha titulado “Los libros durante la conquista. Una propuesta de acercamiento”. El autor pretende desmentir la idea generalizada de que hubo una pobre, casi nula, circulación del libro en la Nueva Granada durante la época de la colonia. Mediante casos concretos, Garzón evidencia la gran cultura de algunos conquistadores y de los clérigos neogranadinos, así como la posesión de libros de estos. Luego demuestra que muchos indígenas sabían leer y escribir lenguas occidentales y, finalmente, habla de las bibliotecas personales de algunos españoles radicados en América. Si bien en un principio parecen casos aislados, finalmente la hipótesis del autor se confirma, sino totalmente, por lo menos en gran medida.

María Piedad Quevedo continúa con un artículo en el que reflexiona sobre la escritura impresa con relación al Estado y al poder, donde la letra aparece no solo como una herramienta de sometimiento sino también de insurgencia: es utilizada tanto para someter como para protestar, tanto para atacar como para defenderse. Al mismo tiempo, la autora plantea una reflexión sobre los soportes materiales, y expone el manuscrito como un tipo de escritura con dinámicas y funciones propias, resultando, por ejemplo, el medio ideal para protestar.

Mario Alejandro Molano cierra esta parte del libro con un artículo sobre el uso de la imagen en Theatro y descripción universal del mundo, un tratado de astrología impreso en 1617. El autor habla sobre la relación texto-imagen y cómo esta, más allá de ser un mero acompañamiento, se convierte en significante. La imagen se muestra también, en relación con la impresión, como una posibilitadora de masificación al permitir llegar a un mayor público. La exposición de Molano sobre la circulación de este libro por diferentes ciudades y personas hasta llegar a la biblioteca personal de José Celestino Mutis da las primeras pinceladas, que luego retomarán otros autores, sobre la relación entre la historia del libro y la historia intelectual.

La segunda parte se titula “Construcción estatal, impresos y agentes del libro” y abarca el periodo de consolidación nacional luego de la independencia, durante el siglo XIX. Alfonso Rubio abre este apartado con un artículo sobre la Gaceta de Colombia, órgano oficial del nuevo Estado colombiano. Siguiendo y recontextualizando la línea del artículo de Quevedo, Rubio establece relaciones entre la escritura, el Estado y el poder. En este caso, la escritura es vista como herramienta que fija las leyes que le servirán al Estado para detentar el poder. Más que la lengua hablada o la imagen, la letra se impone como herramienta de manipulación al servicio de una ideología determinada. La relación entre Estado y edición es una constante que se repetirá a través de todo el libro.

Patricia Cardona, por su parte, nos trae un artículo sobre la edición de libros populares en Colombia de 1840 a 1890. La autora nos adentra en otra de las relaciones del mundo del libro correspondiente al escritor y al mercado; el primero busca calidad en su obra pero se ve enfrentado a un mercado editorial que espera libros populares, ligeros de contenido y a bajo costo. Adentrándose en asuntos como la traducción y la circulación, aspectos fundamentales para una historia del libro, la autora concluye que la edición popular del libro se fomenta  tanto en el gobierno del radicalismo liberal como durante la Regeneración.

Juan David Murillo continúa hablándonos de circulación y Estado mediante un panorama general de importación y exportación de libros en el país, centrándose luego en dos estudios de caso: la traducción de textos escolares realizados por el emporio editorial Hachette para el mercado latinoamericano, principalmente las traducciones del colombiano César Coronado Guzmán, por un lado y, por otro, el caso de Rafael María Merchán, cubano que emigra a Colombia y, mediante la edición en la imprenta “La Luz” y favorecido por su relación con el gobierno de Rafael Núñez, importa gran parte de la literatura cubana al país.

Paula Andrea Montoya centra su atención en las políticas de traducción del liberalismo radical y en el papel que juega la traducción dentro del mundo del libro, haciendo énfasis en el carácter de transferencia cultural que implica el traducir y en los diferentes agentes que se involucran en esta función: traductores, políticos, escritores, libreros, profesores, etc. Si bien la autora habla de transferencia cultural en cuanto a traducción, resulta importante resaltar que esta transferencia se da en cualquier acto de importación y exportación de libros (o cualquier otro objeto cultural), aunque sea del mismo idioma, como el caso presentado anteriormente de María Merchán.

Robinson López nos trae el estudio de caso de Salvador Camacho Roldán y las diferentes empresas editoriales por las que este pasa antes de llegar a la Librería Colombia. Resulta relevante la atención en Camacho Roldán como un editor que no solo busca beneficios económicos sino también transmitir una ideología, así como en las dificultades que tuvo el librero-editor (y, en general, todas las empresas editoriales del país) para conseguir papel, tinta y demás enseres para la impresión de sus libros. Entra aquí a jugar un papel importante la economía como determinante del mundo editorial, tema que tocarán necesariamente otros autores en sus capítulos.

Juliana Vasco nos adentra en una nueva perspectiva: la edición frente a los espacios de sociabilidad. Grupos de intelectuales conformados alrededor de tertulias, revistas o instituciones que tienen su propio órgano de difusión y aportan, desde núcleos más o menos cerrados, al sistema editorial del país. La autora finaliza haciendo un pequeño estudio de caso de Carlos E. Molina y Carlos E. Restrepo como editores de novela, y vislumbra las complejas relaciones entre librero-editor-impresor.

La tercera parte del libro se titula “Especialización y dinamización del espacio editorial” y comprende todo el siglo XX. Esta sección la abre Miguel Ángel Pineda con un estudio que, a pesar de rezar en el título “Colecciones colombianas de la primera mitad del siglo XX”, abarca dicho fenómeno desde mediados del siglo XIX, pues la segunda mitad de su artículo la dedica a lo planteado en el título, pero en toda la primera nos hace un recuento de los antecedentes que comienza con el Parnaso Neogranadino en 1848 y continúa con otros proyectos parecidos durante el resto de siglo. A través del recuento de colecciones editoriales del siglo XX, como la Selección Samper Ortega de Literatura Colombiana y la Biblioteca de Cultura de Colombia, el autor evidencia de nuevo el determinante papel del Estado en la historia editorial del país.

El siguiente capítulo está escrito por Diana Paola Guzmán y nos ofrece algunos acercamientos a una historia de la alfabetización en Colombia. La autora nos devuelve a la función del Estado frente al sector editorial, esta vez desde campañas de alfabetización como “Simón Bolívar” y “Camina”, realizadas durante varios gobiernos con el fin de “combatir la ignorancia” y adoptar las estrategias izquierdistas de militancia para resignificarlas. Finalmente, la autora nos presenta otro caso de políticas estatales beneficiosas pero ineficientes y que no tienen en cuenta el circuito del libro sino solo un aspecto, como pasará más adelante con políticas de edición de otros gobiernos.

Paola Prieto nos presenta otro estudio de caso: Clemente Airó y las Ediciones Espiral. Este intelectual que llega a Colombia tras la Guerra Civil Española nos permite evidenciar diferentes aspectos del campo editorial; por una parte, es un claro ejemplo de transferencia cultural y circulación del libro e ideas; por otra, nos reafirma las dificultades de los editores para conseguir papel y maquinaria o una ayuda estatal que les permita hacer rentable su empresa editorial y,finalmente, retoma la relación de la edición con los círculos de sociabilidad literaria, lo que la autora muestra al hablar de la Vanguardia Panhispánica que intenta crear Airó mediante su revista y otras cinco revistas latinoamericanas.

Santiago Vásquez nos adentra en otro momento de la edición en Colombia mediante dos estudios de caso: La Oveja Negra y La Carreta Editores. El autor plantea que existe una ruptura a partir de los años 70 en la edición del país, causada por la aparición de editoriales que dejan de lado los textos educativos para publicar y traducir libros escasos de ciencias sociales y de política, con una clara tendencia de izquierda, en un contexto latinoamericano de dictaduras, revoluciones y cambios sociales.

Paula Andrea Marín cierra esta sección con un capítulo sobre el boom de la edición en Colombia (1970-1990). Este es quizá uno de los capítulos más reveladores del libro, pues logra reunir en pocas páginas diferentes problemas del estudio del mundo editorial antes tratados como la circulación de ideas, la diferenciación entre impresor-editor y la relación del Estado con el campo editorial. La autora problematiza la idea del boom editorial colombiano; si bien expone las diferentes leyes y políticas a favor del libro durante esta época, también aclara que, en su mayoría, fueron políticas destinadas a la industria gráfica, más que a la editorial. Así mismo, expone el significativo aumento de ventas y exportación de libros del país, pero concluye que estas corresponden a casos específicos como best sellers o libros de autoayuda y que, en muchos casos, fueron editados en el extranjero e impresos en Colombia.

La cuarta y última parte del tomo se centra en problemas propios del siglo XXI y comienza con un artículo sobre la edición independiente escrito por Margarita Valencia. La autora caracteriza las editoriales independientes según criterios relacionados con los fines de lucro o no, la creación de un catálogo editorial, la búsqueda de un público lector específico, entre otros. Para ello, Valencia nos remite a la discusión sobre alta cultura y cultura de masas, concentrándose en el problema que plantea la globalización al homogeneizar la cultura, en este caso, del libro. Finalmente, la lectura nos lleva a concluir que uno de los objetivos y funciones principales de las editoriales independientes resulta ser crear alternativas de lectura, así como educar a un nuevo público lector y promover la bibliodiversidad.

Catalina Holguín nos habla sobre las transformaciones digitales en el sector editorial. La autora nos trae el caso de diferentes aspectos de la virtualidad que afectan o modifican de una u otra forma el sector editorial, desde las tiendas virtuales que se saltan el eslabón de la cadena que son las librerías, pasando por la promoción y difusión por redes sociales hasta booktubers, críticos influencers que reemplazan a la crítica profesional. Si bien las formas tradicionales de edición continúan siendo la principal forma de circulación y venta de libros, en la era digital aparecen nuevos actores que modifican el campo editorial y ofrecen opciones que se hacen cada vez más atractivas y utilizadas. Finalmente, la autora señala cómo las políticas públicas con relación al libro digital se centran de nuevo en un factor del problema, saltándose aspectos tan importantes como las librerías y desconociendo el sector editorial como una unidad.

Finalmente, Martín Gómez cierra el libro con su artículo sobre la exportación de obras y derechos de autores colombianos. El autor expone los autores que han sido traducidos a lenguas extranjeras y plantea las dificultades que tienen en general los escritores latinoamericanos para ser traducidos, a pesar de la importancia que tiene la lengua española a nivel internacional. No obstante, y gracias a iniciativas como la Feria del Libro de Bogotá (FILBo) y plataformas digitales, Gómez concluye que la traducción de autores colombianos va creciendo y puede lograr un mayor alcance en un futuro próximo.

Lectores, editores y cultura impresa en Colombia: siglos XVI-XXI resulta una lectura imprescindible para todos aquellos interesados en los estudios editoriales y la historia del libro en Colombia. A pesar de que se traten temas y épocas tan diferentes en los capítulos, y muchas veces estudios de caso, se logra analizar con gran eficacia, en parte gracias a la multidisciplinaridad que planteamos al inicio de este texto, los factores que determinan cualquier historia del libro (en este caso de Colombia) y el desarrollo de toda industria editorial. En la mayoría de capítulos, por ejemplo, se muestra la traducción, exportación o alcance de la obra como un problema fundamental que ha enfrentado la edición perpetuamente. Por otra parte, quedan evidentes las relaciones entre Estado, soporte (manuscrito, impreso o virtual), economía y circulación; la necesidad de un estudio multidisciplinar a la hora de emprender el estudio de un sector tan complejo como lo es el del libro.

Por otra parte, el libro replantea o matiza algunos lugares comunes como la idea del boom del sector editorial durante el siglo XX o las relaciones entre el libro impreso y el libro digital.

Podríamos decir que, por la forma en que se desarrolla el libro y las relaciones que se establecen a través de sus capítulos, este resulta útil ya no solo como panorama general de la edición sino como un método para el estudio de la misma. En este sentido, podemos plantear sobre el estudio del libro en general lo que expresa Patricia Cardona cuando habla del estudio del libro popular, esto es, que:

[…] es un terreno feraz, en el que se conjugan el mercado, la epistemología, la cultura y la política; un ámbito de investigación que expande los universos de comprensión, que trasciende los prejuicios políticos o las limitaciones culturales y que evidencia, a partir de la prueba documental, que el espacio del libro es un mundo rico en matices y complejidades, en el que la dialéctica y las alternativas se han “confabulado” para expandir el pensamiento y, pese a las coacciones, también las libertades. (p. 154)

Para terminar, vale la pena decir que, a pesar de estar esbozados a través de las páginas de este libro aspectos importantes para los estudios editoriales como lo son los premios literarios, «la vida dentro de las imprentas, la profesionalización del oficio tipográfico» (p. 18), entre otras, estos quedan por analizarse de forma profunda en otros estudios, así como otras empresas editoriales importantes para una historia del libro en el país.

Bibliografía

 Diana Paola, Guzmán Méndez, Paula Andrea Marín Colorado, Juan David Murillo Sandoval, Miguel Ángel Pineda Cupa – 2018 – Lectores, editores y cultura impresa en Colombia: siglos XVI-XXI – Bogotá – UTADEO.

Gallucci, Giovanni Paolo – 1617 – Theatro y descripción universal del mundo – Granada – Muñoz Sebastian, Castellon Julio.

<CV del autor >

Para citar este artículo:

Gil Villa, Juan David (2019). “Tìtulo del artículo”. RELEED. Revista Latinoamericana de Estudios Editoriales, núm. 1. Buenos Aires: Red de Estudios Editoriales (Universidad de Buenos Aires)