RELEED #1 / 1

Los estudios editoriales en clave latinoamericana

Martín Gonzalo Gómez

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Resumen

Las profundas transformaciones por las que atraviesa actualmente el campo de la edición, en sus aspectos tecnológicos, profesionales, materiales y discursivos, nos interpelan para repensar sus formas de conocimiento. Más aun si consideramos el fenómeno editorial como un campo de acción de toda comunidad que se sitúa en las coordenadas de la comunicación social y la historia cultural. Con ello se realiza en tanto fuerza constituyente a la vez que constituida por los sentidos e interpretaciones en estado de permanente creación y en disputa, entre lo local, lo regional (la escena latinoamericana) y lo global. En estas condiciones, un caso como el de la Revista Latinoamericana de Estudios Editoriales resulta relevante como emergente de un campo en proceso de formación, que se orienta al pensamiento propositivo y la reflexión crítica respecto de estas problemáticas. En su elección de temas articuladores, como puede ser la puesta en discusión de las interpretaciones acerca de períodos clave en la historia de la edición, así como en sus recorridos de investigación (sobre diversos géneros, modalidades de empresa y políticas editoriales, prácticas de lectura, etcétera), experiencias profesionales y relevos bibliográficos, da cuenta de este enfoque amplio y a la vez integrador. En suma, se trata de un aporte colectivo a una disciplina emergente que se constituye desde nuestro territorio y la región como un espacio de reflexión, diálogo y debate en el amplio espectro que va de las ciencias sociales a las humanidades.

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Palabras clave: estudios editoriales, comunicación social, historia cultural, disciplina, edición

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Introducción

Por sus propias características, el espacio de conocimientos de la edición se constituye de forma interdisciplinaria, al tiempo que su actividad y profesión resulta de especial interés para las dinámicas económicas, culturales y políticas entre lo local y lo regional. La salida del primer número de la Revista Latinoamericana de Estudios Editoriales es una muy buena excusa para actualizar los avances en este campo de estudios y mostrar, con un caso concreto, esta impronta local, regional e interdisciplinaria.

Para potenciar y especializar los avances en otras áreas, el campo editorial articula, desde sus propios objetos y problemáticas de estudio (empresa y tecnología, textualidad y discurso, autoría y lectura, etcétera), dimensiones de análisis específicas que permiten visualizar el carácter interdisciplinario de los estudios editoriales. Esto, a su vez, muestra la necesidad de ampliar un diálogo entre sus saberes en el marco de las ciencias sociales y las humanidades.

Cómo se definan los temas editoriales en cada momento y lugar es resultado de determinadas elecciones teóricas, sociales y políticas. También del hecho de cómo se han ido definiendo cada una de estas cuestiones en relación con las necesidades y problemáticas sociales y culturales (Hesse, 1998). Esto implica considerar temáticas y problemáticas relevantes para la comunidad, como la formación de sentido en relación con diversas esferas de la cultura y la comunicación, las distintas experiencias de lectura, las condiciones del mercado y el acceso al conocimiento, y las trayectorias de los diversos roles profesionales, los actores e las instituciones.

Para dar cuenta de todas estas potencialidades, y tomando como caso las propuestas del la Revista Latinoamericana de Estudios Editoriales, en este trabajo se observa especialmente la característica de apertura, expansión y dinamismo de los estudios editoriales, el recorrido de la actividad de lo local a lo regional de sus dimensiones social e histórica, y las posibilidades de formación especializada en este campo.

El pensamiento editorial en acción

El conocimiento editorial cuenta con una característica que lo destaca respecto de otras especialidades de las ciencias sociales y humanas: incluye una práctica profesional específica cuyo oficio comporta una decisiva intervención social tanto privada como pública. Por ello ha avanzado exhaustivamente y de forma prioritaria en su desarrollo como profesión ligada a saberes técnicos. Hoy, la limitación epistemológica y metodológica a lo técnico o a lo mercantil –así como en sentido inverso, es decir su exclusión– no alcanza para entender el fenómeno de la edición (Gómez, 2019). Los factores que entran en juego en condiciones comunicativas, industriales y tecnológicas tan complejas como las que tenemos en nuestras sociedades contemporáneas predisponen a la apertura conceptual, a la incorporación estructural de la mirada histórica y la perspectiva social, para propiciar la postulación de nuevas propuestas teórico-prácticas. La observación de la dimensión interdisciplinaria de la edición nos permite dar cuenta no solo de las relaciones con otros campos sino también de un amplio repertorio de formas de conocer la edición, allí donde se vincula lo epistemológico con la dinámica de sus problemáticas en el ámbito social, político y cultural.

De la amplitud conceptual del pensamiento editorial, la propuesta de la Revista Latinoamericana de Estudios Editoriales es una muestra representativa, al recorrer en su primer número las formas organizativas de la edición y sus políticas, las prácticas de lectura y la tecnología, la dinámica de los géneros editoriales, el diseño y la vinculación con la enseñanza, entre otras temáticas.

Ya se ha señalado la relación de autonomía y a la vez interdependencia del campo editorial (Bourdieu, 1995): con el campo cultural, donde toma por ejemplo referencias para la legitimidad simbólica de su catálogo, o se vincula con determinados sectores del legado cultura; y con el campo el económico, con el que establece por ejemplo las pautas para la continuidad del emprendimiento, a partir de métodos y técnicas específicas. En la articulación de estos factores se puede concebir un amplio espectro de roles, acciones y desarrollo de emprendimientos editoriales sean de tipo públicos —dependencias gubernamentales, instituciones educativas—, privados —empresas grandes y emergentes, cooperativas— y del tercer sector —organizaciones sociales, sindicatos y partidos, asociaciones y fundaciones— (Gómez y Kessler, 2019).

En este sector el análisis puede adentrarse por ejemplo en las cuestiones relativas a la reconfiguración del mercado editorial en determinado momento, como puede ser el pasaje del siglo XX al XXI, a partir de la incorporación de un universo dinámico y pujante de nuevas empresas micro, pequeñas y medianas; así también en cómo se enfocan en algún área o temática, cómo se insertan en un género y aprovechan para su desarrollo la flexibilidad de su estructura mínima. Esto es solo un ejemplo; así también puede pensarse en otro tipo de empresa y otras problemáticas, como puede ser la empresa editorial pública, y cómo se construye allí, con otras lógicas y búsquedas, las colecciones y catálogos.[1]

En cualquiera de los sectores que se puedan estudiar, así como en las asociaciones resultantes, las posibilidades de actuar en la producción editorial abarcan un espectro tan dinámico y diverso como lo es el propio campo editorial. A su vez, un aspecto común a destacar es que el tipo de emprendimiento se identifica por las políticas editoriales que los llevan a la acción, pues no hay praxis editorial sin una política y una misión que la movilice. Y esto también adquiere diversas características según cada sector. Puede observarse por ejemplo qué estrategias plantea una editorial de una institución pública para articular la promoción y democratización del conocimiento con la comunicación de su catálogo y su presencia en el espacio público. Así como también, observando por otro lado el mercado editorial, puede estudiarse por ejemplo cómo desde el campo intelectual se llevan adelante determinadas acciones por medios editoriales, como puede ser una revista cultural, para impulsar un emprendimiento en determinadas condiciones económicas, políticas y culturales de un país.[2]

Así como en el espacio de las empresas y las políticas editoriales se despliegan estas posibilidades entre tantas otras para los estudios editoriales, podemos pensar también en áreas vinculadas a la experiencia de lectura, como puede ser en vinculación por ejemplo con la divulgación, o con los usos de las tecnologías, etcétera. Esto pone en juego tanto a los géneros editoriales como a los actores del campo de la comunicación y la cultura y las organizaciones vinculadas. En el caso de los géneros, por ejemplo, en cómo se desarrollan nuevos discursos de impacto cultural y mediático como continuidad de las inquietudes y búsquedas dentro de un campo social. En cuanto a los actores, puede observarse por ejemplo la aparición y desarrollo de nuevas actividades potenciadas a partir de las tecnologías de la información y las comunicaciones para promover determinadas lecturas, y cómo se vinculan a su vez con ello las empresas editoriales. Una experiencia de lectura que asimismo se ve atravesada por políticas y estrategias de promoción, como forma de inclusión en comunidades de interpretación, donde muchas veces se pone en juego el apoyo de instituciones u organizaciones civiles.[3]

En conjunto, la praxis editorial y la instancia de lectura como realización y finalidad de obras y catálogos están atravesadas por el devenir de los géneros editoriales en tanto materialización del discurso social (Angenot, 2012). En esta dimensión puede observarse la materialidad tecnológica y paratextual que puede adquirir un tipo de producto; la inclusión de tópicos y problemáticas sociales en el aspecto discursivo; o las particularidades según la periodicidad, el tipo de circulación y comercialización, y las representaciones en torno a sus formas de producción, entre otras tantas cuestiones.[4]

Finalmente, es importante considerar la estrecha vinculación entre el campo editorial y el educativo, dado que en sus relaciones se abre otra dimensión para los estudios editoriales. Este espectro también es muy amplio y va desde el rol del libro de texto como intermediario de referencia, en los modos de enseñar y de compartir conocimientos en diversos trayectos formativos (Tosi, 2018),[5] hasta las cuestiones educativas de la propia disciplina de la edición, en cuanto a sus procesos de alfabetización, inclusión, identidad y diversidad considerando que las carreras asociadas comportan una cierta conciencia textual como variable diferencial.[6]

En suma, el campo de los estudios editoriales se desarrolla en múltiples y diversas dimensiones que, dada las particularidades de sus objetos y problemáticas, atraviesan las ciencias sociales y las humanidades. Este recorrido ha sido una simple y muy acotada muestra, tomando como referencia algunas de las propuestas de las secciones vinculadas a investigaciones, reseñas y experiencias del primer número de la Revista Latinoamericana de Estudios Editoriales.

De lo local a lo regional: la dimensión social e histórica

La actividad editorial de cada comunidad, al ser un aspecto material clave de su conformación cultural, se comprende en su doble dimensión, social e histórica. Esto conduce a observar, desde los estudios editoriales, las particularidades de las iniciativas contemporáneas, por ejemplo cómo procuran vincular un catálogo con su comunidad de lectura, en cuanto a por ejemplo los usos de diversas tecnologías y materialidades en sus productos. Y por otro lado, experiencias y trayectorias históricas, atendiendo a las formas de mediación política e intelectual en acontecimientos, problemáticas y procesos históricos, a partir del desarrollo de colecciones y catálogos y su vinculación con diversas tradiciones de pensamiento y formas expresivas.[7]

En este sentido, la Revista Latinoamericana de Estudios Editoriales plantea en su primer número un dossier temático para poner en discusión un momento clave de la historia de la edición en el ámbito local, que a su vez tiene impacto regional. Se trata en este caso de la llamada “edad de oro” del libro, un período comprendido entre mediados de las décadas de 1930 y 1950, que se caracterizó por una amplia circulación de la producción editorial hacia el mercado externo, en especial latinoamericano, junto con la creciente expansión del mercado local (Giuliani, 2018).[8]

Varias condiciones facilitaron que a esta época sea denominada, ya desde los propios interesados, de esa manera. Una caída de la producción de los libros en España, a partir de su Guerra Civil, hace subir allí los costos. Esto tiene impacto en Latinoamérica, por su importante penetración en los mercados locales. A su vez, la coyuntura local en Argentina resulta propicia, con un crecimiento sostenido y a su vez un proceso de nacionalización de la producción industrial.

Con la internacionalización de los mercados comienzan a abrirse mayores vías de comercialización entre los distintos países, circunstancia que en el ámbito regional va a ser muy importante. Junto con esto se desarrollan estrategias de venta propias de una incipiente industria cultural, que incluyen una redefinición de la presentación de los productos (por ejemplo, con el libro de bolsillo), el desarrollo de una comunicación centrada en el mercado (con publicaciones sectoriales como Biblos), y la búsqueda de un asociacionismo estratégico entre quienes buscan estas implementaciones (a partir de la fundación de la Cámara Argentina del Libro). Se puede comprender entonces como una creciente industria cultural que incorpora funciones económicas y sectoriales al desarrollo masivo de productos culturales.

Desde la propia perspectiva editorial, más allá de la descripción histórica, este, como otros períodos, abre muy diversas líneas de análisis e investigación. En el caso del dossier de esta Revista, se avanza en las condiciones políticas y económicas del mercado, las figuras profesionales que impulsan diversos aspectos de los emprendimientos editoriales, y los procesos de construcción y consolidación de determinados catálogos, autores y géneros.

En aquellos años, la denominada “edad de oro” fue comprendida centralmente como un momento de crecimiento exponencial de la exportación de la edición literaria de calidad hacia el mercado latinoamericano. En ello puede observarse un denodado trabajo editorial orientado a la construcción de catálogos de exportación. Asimismo, como se mencionó, representó un crecimiento del mercado local. Tal como señala Giuliani,[9] esto se dio en sintonía con la expansión del consumo popular durante los años del primer gobierno peronista, desde mediados de la década del cuarenta. La autora analiza esto desde las estrategias y acciones de los editores que se agrupaban en la Cámara Argentina del Libro (CAL) para desde allí articular con el Estado condiciones políticas y comerciales para potenciar las exportaciones, así como también el mercado interno de libros.

En cuanto a la importancia de profesionales con un rol específico y central para el desarrollo de los catálogos y la imagen global de los emprendimientos de la época, puede mencionarse el caso de los directores gráficos o diseñadores. Si bien no aun con una formación unívoca como lo que sería posteriormente la figura del diseñado gráfico o diseñado editorial, en esta faceta han incursionado artistas plásticos, tipógrafos y diseñadores, entre otros. Encargados de gestionar la dirección gráfica de sellos como Peuser, Kraft, Emecé o Losada, entre otros, construyeron la identidad visual de colecciones fundamentales para definir el perfil de sus catálogos. En su artículo, Costa[10] releva los recorridos, redes y experiencias de estas figuras que, como advierte, requieren un mayor abordaje desde la historiografía del libro y la edición, recurriendo a los productos editoriales así como a diversas fuentes primarias como publicaciones especializadas,catálogos editoriales y boletines bibliográficos.

Dentro de este panorama general de expansión del mercado editorial a nivel local y regional, se despliegan múltiples trayectorias de profesionales del libro y de experiencias lectoras, así como también de catálogos y autorías. Por citar un caso, Lencina[11] se ocupa del establecimiento de la obra del escritor y naturalista anglo-argentino W. H. Hudson en nuestro campo literario, haciendo hincapié en las cuestiones ideológicas vinculadas a su circulación cultural. Esto comienza en los momentos previos a esta época y alcanza su canonización en los años de la edad de oro y el primer peronismo. Para entonces se suceden de forma cuantiosa las primeras ediciones de sus obras en español, con el acompañamiento del reconocimiento del gobierno a su labor.

Asimismo, se dan desarrollos específicos de géneros editoriales en el mercado interno a partir de los catálogos de la época, como es el caso por ejemplo de La Abeja, de la editorial Tor, una colección de un centenar de títulos de literatura infantil ilustrada que se publicaron durante la década del cuarenta. Las variables comerciales y de catálogo fueron precisamente las bases de su éxito: así como su bajo costo ubicaba estos libros como un producto cultural de alcance popular, los títulos clásicos pensados como eje del catálogo le dieron una particular legitimación. El sentido que aglutina estas obras en la colección se ve atravesado por un discurso de tipo moralizante, como revelan Sabaj y Fornes[12] quienes relevaron sus títulos a partir del fondo de las más importantes bibliotecas de la ciudad de Buenos Aires. Un discurso que no es exclusivo sino que se enmarca en las representaciones de la época.

A partir de estos avances, los estudios editoriales requieren una mirada regional colectiva que articule progresivamente las diversas necesidades, problemáticas y propuestas vinculadas a la comunicación, la producción editorial y las culturas de cada país. Esto abarca desde las cuestiones sociales en torno a las políticas editoriales y culturales, hasta las trayectorias históricas que hacen parte de la comprensión de la situación actual y los próximos desafíos del sector.

En el primer número de la Revista Latinoamericana de Estudios Editoriales se pueden encontrar avances en este sentido. Así por ejemplo, en referencia a las políticas culturales llevadas adelante desde la esfera pública, cómo pensar las relaciones entre los diversos países a partir de los cambios en el mercado editorial.[13] O en referencia a las políticas editoriales, cómo estas se articulan en la esfera universitaria de cada país latinoamericano, con los intercambios locales y regionales que entablan las instituciones, y qué impacto tienen tanto en la actividad creativa de quienes publican y sus decisiones, como en el acceso y la difusión del conocimiento.[14]

Al considerarse diálogos e intercambios editoriales y culturales, tanto dentro de la región como desde allí al plano global, otro aspecto clave a incluir en los estudios editoriales es el de la traducción. Sus cuestiones técnicas son propias de este campo. Pero a ello se pueden sumar cuestiones de interés editorial, que van desde las relaciones profesionales entre ambas prácticas, a su vez con la autoría y con las particularidades de cada género,[15] hasta las condiciones sociales e históricas de producción y los intercambios vinculados a relaciones particulares entre países y regiones en torno a la traducción y la importación literaria (Falcón, 2018).[16]

Finalmente, un aspecto central para el desarrollo de los estudios editoriales a nivel regional es la consolidación del conocimiento en torno a los procesos históricos que en cada país fueron dando forma al campo social y cultural del libro, la edición y la lectura. Una iniciativa que se puede ver por ejemplo en los aportes para la consolidación de la historia del libro en Colombia, con la debida atención dada a cuestiones como la traducción, la exportación, las relaciones del sector con el Estado, el medio tecnológico, la economía y la circulación. Como muestra emergente de este proceso puede mencionarse la obra Lectores, editores y cultura impresa en Colombia: siglos XVI-XXI (2018), que explora estas y otras cuestiones en torno a los grandes momentos en la circulación y edición del libro en ese país.[17] En su producción subyacen investigaciones y miradas que se articulan desde diversos campos de saberes como la historia intelectual, la sociología de la literatura, la gestión cultural, la economía, la política y la traducción. Esto a su vez es representativo de otro aspecto central en el desarrollo de los estudios editoriales, como es su carácter interdisciplinario y en constante formulación, que se evidencia en la expansiva y dinámica actividad formativa que se observa a nivel local y regional. Dada la importancia de este aspecto para la continuidad y ampliación de estos estudios, concluiremos en el último apartado con un recorrido por esta cuestión.

La formación en estudios editoriales

Las profundas transformaciones por las que atraviesa el campo de la edición incentivan a repensar sus formas de conocimiento. En el centro de la producción cultural, la actividad editorial atraviesa de forma transversal distintas tecnologías y áreas de la comunicación social y confirma su potencial de alcance popular y de autogestión. A su vez, como saber cultural se entrecruza con la reformulación del sistema de saberes y el conocimiento colectivo que rearticula las disciplinas modernas en torno a las ciencias sociales (Wallerstein, 2001). Esto es particularmente significativo en un campo epistemológico en proceso de conformación e integración.

En tiempos en que un ámbito de producción se torna cada vez más relevante para una comunidad, esta puede desarrollar conocimiento específico que se va articulando en instituciones como la educativa. El surgimiento y consolidación de espacios formativos de pregrado, grado o posgrado evidencia esta situación que atraviesa la edición, mientras se desestabilizan los patrones de producción y comunicación que signaron los últimos siglos en torno a la tecnología de la imprenta.

En este proceso, disciplinas ya consolidadas han virado hacia este nuevo campo para formular sus problemáticas y desde ellas producir sus saberes. Podemos indicar aportes de especialidades específicas que ya cuentan con su propio derrotero, como las letras, el derecho, el diseño, la informática y la administración, entre otras. Una carrera ciertamente específica como es Edición en la Universidad de Buenos Aires, mientras aun sostiene un perfil en general centrado en lo técnico, prosigue con un plan de estudios formado por materias cuyos lineamientos de base se originan en esas otras disciplinas. Por su parte, los focos de investigación sobre edición más destacados siguen mayormente regidos por métodos y enfoques de otras disciplinas, como las letras, la bibliotecología, la historia o la sociología.

Confluyen a su vez otros saberes que, en relación con esas disciplinas tradicionales, tienen mayor novedad, como la gestión cultural, el análisis del discurso, la antropología cultural y la sociología de la lectura. En su conjunto, estos movimientos pueden entenderse como indicios de un saber que atraviesa estas esferas y tiende a reestructurar el conocimiento sobre la cultura, cuyas problemáticas, objetos y modelos no están cerrados sino en continuo proceso, en una particular coordenada histórica y social, y con unos usos tecnológicos y una praxis política que se pone en consideración en el ámbito productivo (Dussel, 1984).

En su proceso de institucionalización en la formación universitaria específica, la edición, en Argentina y toda Latinoamérica, recorre el amplio espectro que en efecto va, en cuanto al nivel, del pregrado al posgrado, así como en sus contenidos va de lo técnico a lo profesional y lo cultural.

En el nivel de pregrado encontramos carreras como por ejemplo, en Argentina, Edición (Universidad de Buenos Aires) —pionera en el campo, fundada a comienzos de la década del noventa— y la Tecnicatura en Producción Editorial (Universidad Nacional de Entre Ríos), así como en Uruguay se puede encontrar el Diploma en Edición (Centro Latinoamericano de Economía Humana) y en Colombia la carrera de Estudios Literarios y Edición (Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano). La primera conjuga una formación orientada a destrezas profesionales que van desde el trabajo con la materialidad del producto editorial hasta la gestión de su empresa, así como elementos de cultura general y los medios; mientras las siguientes dos se circunscriben a la formación para la profesionalización de la actividad, pensando en la inserción en las diversas etapas de producción editorial y los niveles intermedios de organizaciones públicas o privadas, para diversos soportes tecnológicos y géneros editoriales. En el caso de la última, se procura una articulación entre los estudios literarios y el ejercicio editorial profesional, destacando asimismo la formación en investigación.

Cabe destacar que los niveles desde luego no son fijos sino dinámicos, en función del desarrollo del campo disciplinar y el sector. Esto se puede ver por ejemplo en la iniciativa de transformar la carrera de Edición de la UBA en una licenciatura de grado, contemplando la necesidad de profundizar tanto aspectos técnicos como la corrección de textos y la edición, culturales a partir de un mayor diálogo disciplinar por ejemplo con la historia y las letras, y disciplinar incorporando una metodología y epistemología propias. En esta necesidad de crecimiento del programa de estudios hay un acuerdo general de los diversos actores de la carrera desde hace años, incluso con un proyecto presentado y aprobado ya en 2008, pero que no ha llegado aun a concretarse. En los hechos, gran parte de los contenidos impartidos en muchas de sus materias y seminarios ya se encuentran en un nivel de grado, que demuestra y legitima estas aspiraciones.

En este nivel de grado podemos encontrar asimismo una carrera como la Habilitación en Edición desde la Licenciatura en Comunicación Social de la Universidade de São Paulo (Brasil), con un programa de los más completos dentro del sector en cuanto a la amplitud conceptual. Articula aspectos técnicos vinculados al texto y la imagen, la producción y el mercado, tanto como culturales y literarios, epistemológicos (teoría y método) y específicos de diversos géneros (como la literatura infantil y juvenil, los textos escolares y las publicaciones científicas).

Esta formación en edición llega hasta el nivel de posgrado, con diversas propuestas como por ejemplo en Argentina la Especialización en Edición (Universidad Nacional de La Plata), en México la Maestría en Producción Editorial (Universidad Autónoma del Estado de Morelos) o en Colombia la Maestría en Estudios Editoriales (Instituto Caro y Cuervo, Bogotá). Aquí también el espectro temático es tan específico del área como amplio en su alcance. La primera propuesta (UNLP) se centra en los aspectos comunicativos de la edición, en la lectura y escritura en tanto herramientas, a su vez en el marco del conocimiento teórico y metodológico para el ejercicio de la profesión. En la Maestría en Producción Editorial (México), a estas dimensiones de lo técnico y lo comunicacional se suma una profundización de aspectos vinculados al discurso y el proceso de planeamiento, creación, desarrollo y gestión de productos. Por su parte, la Maestría en Estudios Editoriales (Colombia) destaca por conjugar la profundización formativa profesional con la importancia que le otorga a la investigación orientada a la creación, la edición y la lectura. En este sentido, un importante trayecto se centra en el negocio editorial, la circulación textual y discursiva y la intervención material de la edición, que completa un conocimiento que se potencia con la lengua y la literatura.

En todo este recorrido es interesante observar la inscripción institucional de la edición (esto es, las facultades e institutos de pertenencia), ya que da cuenta de los diálogos interdisciplinarios en los cuales participa. A grandes rasgos, se observa que el interés en la edición recorre el vasto campo que va de las ciencias sociales a las humanidades (como se observa por ejemplo especialmente en la Habilitación en Edición de USP, enmarcada en la Escuela de Comunicaciones y Artes), con particular énfasis en los campos de la comunicación y la literatura. Dentro de las humanidades, donde propiamente se inscribe la Maestría en Producción Editorial (México), encontramos los campos de la Filosofía y las Letras (carrera de Edición de la UBA), educación (Tecnicatura en Producción Editorial de la UNER), Lengua y Literatura (Maestría en Estudios Editoriales, Bogotá) y el campo de la Cultura (Diploma en Edición, CLAEH). A su vez, inscriptas en las ciencias sociales podemos encontrar la Especialización en Edición de la UNLP (Periodismo y Comunicación Social) y los Estudios Literarios y Edición de la Universidad Tadeo Lozano (en el marco de la Facultad de Ciencias Sociales).

En este recorrido meramente exploratorio, podemos observar con algunos casos representativos del ámbito local y regional, la amplitud formativa que abarca la edición, la articulación que propone entre aspectos técnicos, profesionales y culturales, así como su carácter interdisciplinario tanto desde sus contenidos como desde su inscripción institucional.

Desde luego la formación y la investigación en este campo no se restringen a lo que desde lo nominal se identifica como específico en edición. Carreras de grado ya establecidas, de las más diversas instituciones y regiones, incluyen en sí, junto con otras, especializaciones en la actividad editorial. Tal es el caso de comunicación social o diseño gráfico. A su vez, en el inabarcable espectro de la formación en posgrado, tanto en ciencias sociales como en humanidades, se pueden construir los más diversos recorridos en torno a temas y problemas vinculados a la edición.

Aquel proceso de profundos cambios que tiene lugar en el campo de la edición, en lo epistemológico así como en lo tecnológico y profesional, se continúa como vemos con un creciente interés en sus problemáticas dentro del ámbito académico, y esto a su vez acrecienta una producción teórica y práctica específica. Esto sucede en gran medida mediante debates, observados en general como una “metapráctica especulativa” (Bhaskar, 2014), dedicados a examinar el movimiento del sector empresarial o productivo del libro. Más allá de lo evidente, sus diversos intereses incluyen su devenir histórico, constitutivo en tanto actividad social y cultural; su carácter comunicacional, con la diversidad de paradigmas establecidos desde el siglo XX; su vinculación con la cuestión del derecho, que prescribe legalmente los alcances y mediaciones de la actividad; las técnicas de producción, en sus diversos estadios (la escritura, su corrección, el diseño, la reproducción, la difusión, etcétera); entre otros.

Conclusión

En este trabajo se ha reconocido la especialidad del conocimiento editorial en el marco de las ciencias sociales y las humanidades, en torno a las formas organizativas de la edición, las políticas implementadas, las prácticas de lectura, los usos de las tecnologías, la dinámica de los géneros y el discurso, la acción del diseño y otras tantas temáticas y aplicaciones en que se diversifican estos estudios. Asimismo, se ha establecido la relevancia del conocimiento centrado en los aspectos locales y regionales, dado el rol que cumple la edición en la comunicación social y la transmisión cultural para cada comunidad. Para ello nos ha servido el recorrido por los contenidos del primer número de la Revista Latinoamericana de Estudios Editoriales: un aporte original al diálogo y el desarrollo disciplinar, en momentos de crecimiento de la diversificación e institucionalización educativa de la edición, comos e vio en el último apartado.

Este caso nos recuerda lo importante que es tender redes de investigación y producción, fomentar la apertura y la colaboración entre colegas, así como el compromiso desde lo institucional. Y romper al mismo tiempo con ciertas lógicas hacia adentro de las instituciones implicadas, allí donde se pongan las mezquindades y disputas personales, las adhesiones por conveniencia y las lógicas corporativas por sobre el interés común y el genuino desarrollo del campo disciplinar.

Estamos ante un tiempo único, de transición entre una gran época y otra, que requiere nuevos planteos paradigmáticos y la apuesta a estos nuevos saberes en el plano local y regional. Nuestras prácticas se encuentran cada vez más en reformulación a partir del cambio tecnológico, las mutaciones de materiales y medios de edición, y los debates sobre cuestiones de acceso al conocimiento y la información. Para contemplar este panorama específicamente desde la edición, es necesario pasar de pensar en “libros” aislados, para concebirlos en el contexto de los emprendimientos y los sentidos en los que se inscriben, en una perspectiva material que permita observar las transacciones editoriales entre las obras de la edición y el mundo social, entre los discursos y las prácticas de lectura (Chartier, 2007).

Todas estas cuestiones están puestas hoy a debate, en un tiempo histórico que nos convoca al pensamiento crítico, la colaboración y la acción colectiva. A este llamado acude esta publicación.

Bibliografía

Angenot, M. (2012). El discurso social. Buenos Aires, Siglo XXI.

Bhaskar, M. (2014). La máquina de contenido. Hacia una teoría de la edición desde la imprenta hasta la red digital. México, Fondo de Cultura Económica.

Bourdieu, P. (1995). El mercado de los bienes simbólicos, en Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario. Barcelona, Anagrama.

Chartier, R. (2007). La historia o la lectura del tiempo. Barcelona, Gedisa.

Dussel, E. (1984). Filosofía de la producción. Bogotá, Nueva América.

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Giuliani, A. (2018). Editores y política. Entre el mercado latinoamericano del libro y el primer peronismo (1938-1955). Buenos Aires, Tren en Movimiento.

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Guzmán Méndez, D. P., Marín Colorado, P. A., Murillo Sandoval, J. D. y Pineda Cupa, M. A. (eds.) (2018). Lectores, editores y cultura impresa en Colombia: siglos XVI-XXI.

Hesse, C. (1998). Los libros en el tiempo, en Nunberg, G. (comp.), El futuro del libro, cap. 1. Barcelona, Paidós.

RELEED (2019). Revista Latinoamericana de Estudios Editoriales, núm. 1. Buenos Aires: Red de Estudios Editoriales (Universidad de Buenos Aires).

Tosi, C. (2018). Escritos para enseñar. Los libros de texto en el aula. Buenos Aires, Paidós.

Wallerstein, I. (2001). Conocer el mundo, saber el mundo: el fin de lo aprendido. Una ciencia social para el siglo XXI. México, Siglo XXI.

Martín Gonzalo Gómez. Magíster en Ciencias Sociales y Humanidades y Especialista en Comunicación (Universidad Nacional de Quilmes). Editor graduado de la Facultad de Filosofía y Letras (Universidad de Buenos Aires), con formación en Gestión de Proyectos (Universitat Politècnica de València). Investigador categorizado del Sistema Científico Nacional en el área de Literatura y Lingüística. Docente regular en asignaturas de la carrera de Edición de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Profesor de seminarios de grado, extensión universitaria y diplomaturas, con orientación a temáticas de la comunicación, el diseño y la edición. Director de Proyectos de Investigación con Reconocimiento Institucional (UBA). Expositor en jornadas y congresos académicos, nacionales e internacionales, autor de libros y artículos desde una perspectiva interdisciplinaria. En el ámbito profesional, realiza trabajos de edición en obras del campo de las ciencias sociales y las humanidades.

Para citar este artículo:

Gómez, M. (2019). “Los estudios editoriales en clave latinoamericana”. RELEED. Revista Latinoamericana de Estudios Editoriales, núm. 1. Buenos Aires: Red de Estudios Editoriales (Universidad de Buenos Aires).


[1] Cfr. “Investigaciones” de RELEED (2019), secciones “empresa editorial” y “edición universitaria”.

[2] Cfr. “Investigaciones” de RELEED (2019), sección “políticas editoriales”.

[3] Cfr. “Investigaciones” de RELEED (2019), secciones “divulgación y lectura” y “literatura infantil y juvenil”.

[4] Cfr. “Investigaciones” de RELEED (2019), secciones “géneros editoriales” y “literatura infantil y juvenil”.

[5] Cfr. en sección “Reseñas” de RELEED (2019).

[6] Cfr. Federico Navarro en sección “Experiencias” de RELEED (2019).

[7] Cfr. como ejemplos los casos Libertad Creativa y Contrapunto, respectivamente, en sección “Experiencias” de RELEED (2019).

[8] Cfr. en sección “Reseñas” de RELEED (2019).

[9] Alejandra Giuliani, “Condiciones para la expansión de la circulación de libros editados en Buenos Aires durante el primer peronismo”, en RELEED (2019), dossier: “El libro y la edición en la edad de oro”.

[10] María Eugenia Costa, “En el tintero de la historia editorial: la figura del director gráfico durante la ‘edad de oro’ del libro argentino”, en RELEED (2019), dossier: “El libro y la edición en la edad de oro”.

[11] Eva Lencina, “Canon y nacionalización: la edición y difusión de la obra de W. H. Hudson a través de la ‘edad de oro’ del libro argentino”, en RELEED (2019), dossier: “El libro y la edición en la edad de oro”.

[12] Daniela A. Sabaj y Marcelo S. Fornes, “La Abeja de Tor: una colección infantil ilustrada de libros popularísimos”, en RELEED (2019), dossier: “El libro y la edición en la edad de oro”.

[13] Cfr. “La industria editorial desde la mirada de la economía cultural: diálogo entre las políticas culturales ecuatorianas y argentinas” (G. Palma Moreira, RELEED 2019, sección Investigaciones / empresa editorial).

[14] Cfr. “Inside out. Las ediciones de los universitarios en Uruguay (1985-2016)” (N. Aharonián y M. Lacreu, RELEED 2019, sección Investigaciones / edición universitaria).

[15] Cfr. Pablo Ingberg en sección “Experiencias” de RELEED (2019).

[16] Cfr. en sección “Reseñas” de RELEED (2019).

[17] Cfr. en sección “Reseñas” de RELEED (2019).